Afortunados los que saben irse cuando ya es la hora, y no se quedan como yo, estirando manos, alargando brazos, regalando vidas, empeñando sueños. Afortunados si saben decir no y no aletargan las esperanzas y el cariño...
Afortunados los orgullosos inquebrantables, los leones y las aves, afortunados sean los capaces de anhelar amores nuevos, porque saben que ha expirado el espíritu de los viejos.